martes, 23 de abril de 2013

CONJURO YORUBA



Es casi de madrugada, un olor a muerte acecha los caminos, una mancha de colores descarga los primeros disparos, la fiesta de los tambores se desvanece, unos extraños venidos desde lejos han vulnerado la empalizada y sigilosos han asaltado el improvisado palenque. Ahora todo es silencio. La multitud se abre paso por entre la maleza. Para poder salvarlos, el brujo decide sacrificarse. Antes de que la espada toque su cuello, pronuncia un conjuro y corea las antiguas palabras africanas como él solo sabe hacerlo. Cuando su sangre riegue la tierra, el seguirá caminando con los espíritus y una maldición recaerá sobre los descendientes de los amos.
Desde entonces y por siempre, los ancianos acurrucados en la lumbre, contaron historias de un pueblo esclavista que sufría una grave enfermedad: cierto día, sus hijas poseídas de lascivia se arrojaron a los brazos de los hombres de piel oscura y nacieron sus hijos tatuados de piel quemada. Con el paso de las lunas, todas las mujeres están vestidas con la piel oscura de Nigeria y casi no quedan niños blancos jugando en las calles de la ciudad; fue por el tiempo aquel, en que apareció una voz silenciosa que amansó los vientos, acabando la maldición que ardía con el retumbar de los abuelos.

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