domingo, 7 de abril de 2013

RESEÑA CRÍTICA DE "ESTE DOMINGO" José Donoso-

Reseña critica de “Este Domingo”
José Donoso:

En el día domingo, con sus almuerzos familiares, convergen la vejez y la infancia, la burguesía y la pobreza. Presente y pasado se aluden en la historia de la Chepa y don Alvaro (un matrimonio burgués) por una parte y de la Violeta (la criada) y Maya (el delincuente), calando por otra parte. La mutua fascinación entre estos dos mundos revela un destino de incomprensión, soledad y desamor, contra el fondo de una voz implacable y melancólica: el nieto que evoca los domingos en casa de la abuela, paraíso perdido donde el juego y la máscara funcionaban como un reverso iniciático de las convenciones y la represión de los adultos. El eje de la historia, son los domingos familiares en casa del ficticio matrimonio Vives-Rosas; desplegados por uno de sus nietos ya en la edad adulta, y un narrador omnisciente en tercera persona que nos explica todo lo necesario para conocer a los personajes, sus motivaciones, y trágicos desenlaces. El lirismo se apropia de la voz del nieto, la frialdad y el detalle, del narrador sin nombre. Tópico característico del enfrentamiento entre niño-ingenuidad y adulto-corrupción, presente en la obra de Donoso. La reminiscencia referida, se remonta a un día domingo que sería decisivo en el rumbo de la vida de Álvaro Vives y Josefina Rosas (Chepa). La muerte tantea la suerte de ambos: Álvaro la palpa en un lunar que él detecta como mortal y cancerígeno; Chepa, en el brutal asesinato de la sirvienta Violeta. Un castigo impuesto por sus padres en vacaciones, tiende las redes para el encuentro entre Álvaro y la criada Violeta. El egoísmo de Álvaro, manifestado en sus innumerables amoríos extramaritales, hacen de Chepa -no exculpada, sino cómplice- una aficionada a entregarse. Simbólico es el final de la casona que cobijara al “modélico” matrimonio de la alta burguesía: la degradación y el derrumbe se apoderan de todos sus rincones, puertas y ventanas, orificios y rendijas, para terminar como un basural donde la existencia se hace inhóspita, utilizada nada más que de guarida por vagabundos, niños de la calle, y sus animales.
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Frases de “Este Domingo”:

“Este domingo, este olor a domingo, a domingo en la mañana pero no muy temprano, cuando las sirvientas están atareadas en la casa… se pone a circular lentamente por la casa desde el fondo del patio de la cocina, galerías y corredores, escurriéndose por los intersticios debajo de las puertas para entrar en las habitaciones cerradas donde aún no terminamos de despertar; se cuela por debajo de mi puerta hasta mi dormitorio caldeado por la mañana de verano, cerradas las persianas, corridas las cortinas, la sábana casi tapándome la cabeza y el olor a masa apenas dorándose vence a los demás olores calientes de mi cuarto y llega a mi nariz y desde allí manda comunicaciones hasta el fondo de mi sueño tibio de cosas húmedas sudadas y pegajosas en sábanas que son como extensiones de mi piel donde trozos míos despiertan, de oscuridades húmedas allá abajo, de cosas táctiles y eréctiles”…
“Toco el frío con mi pulgar desnudo en el vidrio, donde el punto rojo del semáforo se multiplica en millones de gotas suspendidas; lo reconozco pegado por fuera a ese vidrio que me encierra en esta redoma de tibieza donde se fracturan las luces que borronean lo que hay afuera, y yo aquí, tocando el frío, apenas, en la parte de adentro del vidrio”.
“Dos cuadras más allá el tranvía se detiene… Todo silencioso, todos veraneando, la ciudad despojada de premura, deshabitada, el pavimento derritiéndose, la gente buscando el lado de la sombra, un hilo a lo largo de las fachadas, a medida que el sol sube, el hilo se va poniendo más y más delgado”…
“Después inventamos otros mundos, que tomaron posesión de los distintos medallones de la alfombra… Los ejércitos de la Mariola quedaron diezmados por la alfombra. En la pared colgaba la reproducción de un cuadro en el que el séquito de muchachos y doncellas, al caer la tarde bajo la sombra de una pineta se lamentaban alrededor del cadáver cubierto por un lienzo blanco y con flores. Pensábamos en lo maravilloso que serí poder llorar así… frente a una tragedia realmente grande bajo un atardecer dorado. Pero no pasaba nada si no lo inventábamos nosotros”.
“Esta mujer va a impedirle que lo busque porque no la quiere, porque tiene celos. Lo mejor es apretar la boca contra el frío y las tentaciones y huir de ella, negarse, no darle la limosna que le pide…. Prefiero agacharme y pasar por debajo de la baranda y salir a la oscuridad sin oírla porque no quiero seguir enredándome. Estoy cansada de salvarlo. De perdonarlo. No es lo que hay que hacer…. En una ventana repentina, sin luz, la cara de un hombre mirándola a unos cuantos centímetros: siente su aliento de tabaco y de sus dientes amarillos… Huye. Siguen abriéndose alvéolos irregulares, multiplicándose los muros hechos con desperdicios de construcción, de lata, madera y adobe, una pared con un umbral sin puerta y nada detrás, ventanas minúsculas sin vidrios”…
“El hombre en el umbral fuma…, lo ha visto antes. En otra parte de la población. Varias veces. Como si su largo recorrido no fuera largo, sino en espiral, pasando siempre por las mismas partes, delante de las mismas puertas, siempre delante de este hombre fumando su cigarrillo en el mismo umbral”…
“El suelo está blando… es imposible caminar en este cerro blando y fétido en que sus pies se entierran… Ella sigue tratando de subir, o de bajar… Sus manos tocan cosas resbalosas que se deshacen al apretarlas y no puede respirar. Ni ver. Respirar… Después, se cerraron sus ojos”.
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José Donoso (1924 / 1997).-
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